Sucran, Mohamed

 

Aun cuando tengo muy claro que no todos los árabe son musulmanes ni todos los musulmanes son árabes, poco antes de ingresar a Marruecos cruzando el Estrecho de Gibraltar, la llegada a un país árabe me hizo pensar en la figura de Mohamed, que en español conocemos como Mahoma, profeta y referente indiscutible del islam, religión profesada por aproximadamente mil trescientos millones de personas.

Era pues evidente que ese nombre estaría muy presente durante mi reciente viaje por la nación magrebí, máxime cuando su rey se llama Mohamed VI. Lo que no presentía era que fuera a encontrarlo tan frecuentemente en personas comunes que me lo harían ver de una manera diferente de la que encarnan los dos altos personajes mencionados.

Cuando el ferry procedente de Algeciras está a punto de tocar tierra al otro lado del estrecho, y estoy literalmente deslumbrado por la luz mediterráneo-atlántica que une a Europa y en un mismo cielo de transparencia diamantina, alguien confirma lo que ya me habían advertido otros en el puerto español del que parte la embarcación. Por haber comprado el pasaje vía internet en medio de la prisa y de un receso que me dieron durante la entrevista para la visa  en el consulado marroquí en Colombia, el boleto no era para la ciudad de Tánger propiamente dicha (Tánger City) sino para el puerto de Tánger (Tánger Med), situado a unos 45 kilómetros de la primera. Ya se acercaba el fin de la tarde, no disponía de moneda local, mi reserva en el hotel era para la ciudad y no tenía claro como ir de una parte a la otra. Miré con ansia la fila de pasajeros que hacían cola para bajar y decidí abordar a un hombre de edad mediana que creí español por su aspecto tan definidamente mediterráneo y por su correcta pronunciación del idioma de Cervantes y resultó ser un camionero marroquí que trabaja largas temporadas en España. Para mi suerte no solamente me orientó sobre la ruta sino que también se ofreció a llevarme en su auto sin costo alguno. Como si esto fuera poco agregó que estaba dispuesto a transportar a otros que lo necesitaran. Sin pensarlo dos veces llamé a dos chicas que parecían estar en la misma situación, una suiza y otra española, que aceptaron entusiasmadas.

Ya instalados cómodamente en el vehículo, el amable Mohamed, que a esa altura había revelado su nombre, iba explicándonos cosas de su país y del camino. Informó que es una tradición poner el nombre del profeta al hijo varón mayor en toda familia y sin darnos cuenta arribamos a nuestro destino. A la pasajera ibérica la condujo hasta el terminal de buses porque iba a visitar a su esposo en otro municipio. A la helvética y a mí, a pesar de que le dijimos que nos dábamos por bien servidos con estar en la ciudad y que tomaríamos taxi hacia los hoteles, nos transportó hasta el límite de la casba o parte amurallada de la ciudad antigua ya que por la estrechez de sus vías no entran en ella los vehículos.

Su ayuda fue clave porque de no ser por este primer Mohamed (que sonrió ruborizándose tímidamente cuando le dije que lo llamaría Mohamed VII, tal vez pensando que era atrevido compararlo con el monarca) hubiera llegado, en el mejor de los casos,  ya de noche a ese laberinto de pasadizos en que estaba situado mi hotel, tan enredado que hasta el espontáneo guía que después me “orientó” en el sector estaba desorientado  y solo al cabo de muchas vueltas pude encontrar mi lugar de alojamiento, ubicado justamente donde me había dejado el hombre diciendo que siguiera de allí hacia abajo en línea recta unos trescientos metros.

De allí en adelante la ley de probabilidades se encargaría de contactarme con otros Mohameds y ninguno desmereció el nombre ni la marca tan alta que había puesto mi primer benefactor.

Uno de ellos fue un profesor en Inezgane, ciudad vecina del puerto de Agadir, quien me sacó de la confusión pues creía estar en ésta ya que mi boleto decía que ese era mi destino ese día. Además me aclaró la confusión sobre el horario para El-Aaiún, siguiente parada para la cual mi salida era a las 8:30 p.m, hora que ya había pasado pues no me di cuenta de que a partir de determinada latitud cambia la hora. En fin, no solamente me orientó sino que intercedió por mí ante el encargado de la empresa de transporte para que se me despachara en el bus de las 10 (eso sí, sin que se me reembolsara el precio del boleto) y además me explicó en detalle su posición sobre el tema espinoso (prácticamente tabú) de la República Árabe Saharuí Democrática sin que yo sintiera que conversar sobre ello me pusiera en riesgo.

Al día siguiente, a pesar de la advertencia del docente, me sucedió la misma confusión de Agadir-Inezgane y me apeé no en El-Aaiún ciudad como debía, sino en El-Aaiún Puerto o Playa, situado a varios kilómetros. Por ser muy temprano aún no había transporte público y decidí caminar. Solamente había avanzado unos cientos de metros cuando siento que para una camioneta y su conductor me pregunta si voy a la ciudad, ofreciéndose a llevarme, lo que acepté entusiasmado. Así este Mohamed, quien comentó que era periodista, me condujo hasta el centro hasta la zona de hoteles que estaban al alcance de mi presupuesto.

Ya en el terminal de transporte de El Aaiún, fui a la ventanilla de Sata, la empresa de buses cuyo viaje había perdido. Allí pude explicar la situación al joven que atendía y desde el primer momento me aseguró entre sonrisas que se resolvería, lo que hizo al cabo de unos instantes abonando el tiquete a otro hacia Marrakesh para dos días después, ya de regreso al norte del país, mostrándose dispuesto a verificar que todo saliera bien y prometiendo su ayuda en caso de cualquiera otra necesidad. Habrán adivinado el nombre de este nuevo personaje, del cual solamente diré que era el primogénito de su familia.

En la ciudad situada al borde del desierto del Sahara, otro joven, esta vez de nombre Zoubair, fue espontáneo cicerone y me recomendó visitar “la Boca del Río”, hermosa playa de la zona. Al día siguiente me desplacé a El Aaiún Puerto pero las limitaciones idiomáticas no me permitían localizar el sitio, que en árabe se llama “Fouam Eloud”. Mientras unos me decían (o por lo menos eso creía entender) que era hacia el norte, otros al sur y después de que la policía (luego de revisar mi pasaporte y averiguar vía teléfonica con alguna instancia superior) no me permitió entrar al muelle, me acerqué a almorzar en un ventorrillo. Allí vi con admiración cómo un hombre que no parecía lugareño sino que tenía pinta de burócrata, accedía al pedido de comida de un indigente, invitándolo a un almuerzo completo que tomó con gran regocijo en una mesa anexa a la suya. Al concluir el mío me acerqué al buen samaritano, que resultó responder al nombre Mohamed Said, funcionario del Ministerio de Sanidad en comisión en la región y gracias a equivalencias y otros malabares sobre el nombre del lugar en árabe, francés y español me esclareció definitivamente la ruta para el lugar buscado, mientras insistía en que también le aceptara la mejor parte de un delicioso pez que consumía.

En el bus que abordé hacia la playa, un anciano que viajaba con su hijo estuvo pendiente de que efectivamente me bajara en el sitio indicado. No necesito decir el nombre de este mayor, a quien curiosamente volví a encontrar otro día en un restaurante en el que departimos con efusividad.

Al regreso del refrescante baño en la boca del río, mientras esperaba el vehículo para El-Aaiún, un muchacho a quien pregunté sobre el horario del bus, luego de responder se fue un momento y regresó rápidamente con una botella de agua que me obsequió. Esta vez no era un Mohamed sino Mustafá quien calmó mi sed sahariana y mostró que la amabilidad no es monopolio de los tocayos del profeta. Tampoco solamente de los varones pues a pesar de que con las mujeres se siente una barrera muy fuerte, en una ocasión en la que por el cansancio de una larga jornada me recliné en la banca de un parque y estaba durmiéndome, también en la capital saharui, me despertó una señora preocupada averiguando si estaba enfermo o necesitaba ayuda.

Definitivamente el significado de Mohamed “el que merece ser alabado” se hizo realidad reiteradamente al verificar que tienen el sello humano y solidario que acompaña esa denominación de origen. Fue una gran suerte conocer a algunos de los  150.000.000 de personas que hacen que sea el nombre  más común en el mundo.

En fin, habrá otras notas en las que me refiera a la situación política y social de Marruecos y al espinoso tema del Sahara Occidental o República Árabe Saharui Democrática (Rasd) pero por hoy quise resaltar el gran recuerdo que dejaron muchas personas sencillas en mi paso por esos países.

Esta es mi modesta forma de enaltecerlos (a los grandes Mohameds los juzgará la historia) y decirles: ¡sucran! (gracias).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El lado oscuro de Bush

En plenas honras fúnebres del expresidente de Estdos Unidos George W. Bush hay duelo nacional en su país y se le presenta como un auténtico patriota estadounidense. Los jefes de estado de otros países y la prensa mundial se unen al coro y se recuerda su larga hoja de vida. En ella se destaca su papel en la primera guerra del Golfo en 1991 cuando a la cabeza de una amplia coalición que enfrentó a Irak a raíz de la invasión que tropas de ese país hicieron a su vecino Kwait. Se muestra su actuación como algo legítimo y se le alaba por haber limitado el ataque al país árabe a la zona sur, sin continuarlo hasta la capital para sacar del poder a Sadam Husein. Admitamos que la invasión a Kwait era ilegal y que las Naciones Unidas hicieron bien en condenarla y en autorizar medidas para ponerle fin. Pero ellas no tenían que haber sido militares desde el primer momento y podrían haberse intentado antes otros medios de presión, pero además debían haberse limitado a la liberación del país invadido y en ningún momento contemplaban el ingreso al territorio irakí.

Así que no se hace ningún favor a la historia, a la memoria ni a la justicia al presentar tal hecho como un gran logro, entre otros motivos porque fue el primer paso para la posterior tragedia del pueblo irakí que tuvo como segunda escena la segunda guerra del golfo que ahí sí implicó la ocupación total de Irak y que fue ordenada por Bush Junior y cuyas consecuencias dramáticas en términos de destrucción de cientos de miles de vidas y en pérdidas económicas aún se sienten.

Por otra parte, no se menciona para nada la invasión a Panamá en 1989 que fue no solamente una agresión injustificada a un país hermano sino también una violación de la dignidad de toda América Latina. El 20 de diciembre, el presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush, autorizó la operación militar denominada Causa Justa, con el pretexto de siempre (proteger la vida de los ciudadanos estadounidenses que residían en Panamá), más una supuesta defensa de la democracia y los derechos humanos, así como para detener a Manuel Noriega por delitos de tráfico de drogas. Una de las razones que se esgrimió de forma cínica fue la de respaldar el cumplimiento del Tratado Torrijos-Carter mediante los cuales se había devuelto en 1977 el Canal al país istmeño. En realidad, además de recordarle a todo el subcontinente su condición de “patio ttrasero” del tío Sam, uno de los motivos de la invasión fue una especie de retaliación por esa recuperación del paso interoceánico que es vital para la identidad y soberanía de los panameños.

Recordemos entonces a las casi tres mil víctimas entre civiles y militares panameños que murieron como resultado de las decisiones del dirigente que hoy es despedido con tanto bombo. El barrio El Chorrillo de Ciudad de Panamá, baluarte de la resistencia patriota, que puso la mayor cantidad de muertos y fue prácticamente arrasado, no debe ser el lugar donde se lamente mucho la desaparición de este jefe del imperio de tan ingrata recordación para los pueblos de Abya Yala.

El hombre de las grandes alamedas

Salvador Allende antes de su muerte

Salvador «Chicho» Allende en desigual combate contra la fuerza aérea de los golpistas

Fotografía tomada de internet

Este 4 de noviembre se cumplieron 48 años de la toma de posesión de Salvador Allende Gossens como presidente de Chile. Fue histórico porque era la primera vez que llegaba al gobierno por la vía electoral un gobernante de ideología marxista.

Dos meses antes, el 4 de septiembre le leía el periódico a mi padre el resultado de las elecciones y al día siguiente me hizo repetir la noticia, especialmente la parte que decía que había caído como un balde de agua fría en Washington. La Casa Blanca pasó muy rápidamente de esa agua fría a acciones bastante calientes en contra del nuevo gobernante que representaba una gran esperanza de cambios sociales favorables a los pueblos de Chile y toda América.

Inmediatamente desde el primer día comenzaron las acciones de sabotaje coordinadas entre la derecha local y el imperialismo estadounidense. Incluso antes de la posesión se vieron hechos tan trágicos como el asesinato del general René Schneider, comandante del Ejéricto que tenía una posición constitucionalista y respetuosa de la voluntad popular, en una clarísima provocación dirigida a crear un clima político que impidiera el juramento en el cargo del nuevo presidente.

La culminación del complot se dio con el brutal golpe militar del 11 de septiembre de 1973 en el que se produjo un hecho inaudito: el bombardeo del Palacio Presidencial por aviones de la fuerza aérea que llevó a la pérdida de la vida del presidente constitucional. Allende entró al panteón de los inmortales de América Latina inmolándose y demostrando una actitud consecuente con su ideario y con el mandato popular.

Dejemos que sea él mismo quien explicite su posición: en su última alocución, al borde la muerte, se dirigió al pueblo de Chile con palabras que constituyen uno de los documentos históricos más importantes no solo del país austral sino de toda la humanidad.

«Seguramente, esta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.

Mis palabras no tienen amargura sino decepción y serán ellas el castigo moral para quienes han traicionado su juramento: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, también se ha autodenominado Director General de Carabineros.

Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡No voy a renunciar!

Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregaramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales, ni con el crimen, ni con la fuerza.

La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra de que aceptaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus privilegios.

Me dirijo sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista le da a unos pocos.

Me dirijo a la juventud, aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las líneas férreas, destruyendo los oleoductos y gaseductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de [inaudible].

Estaban comprometidos. La historia los juzgará. Seguramente Radio Magallanes será callada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal [inaudible] a los trabajadores.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor».

¡Viva Chile!

¡Viva el pueblo!

¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras. Y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano; tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición».

Tanto en esta alocución como en el conjunto de la vida y obra de este líder hay muchas ideas a rescatar para el presente y el futuro de nuestros países. Entre ellas la necesidad de que los pueblos de América Latina-Abya Yala- se unan en defensa de su soberanía e independencia y alcancen cada vez mayores grados de integración política, económica y cultural:

«Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino»

¡C e n s u r a b l e!

carrosquilla riéndose del salario mínimo

El ministro riéndose del salario mínimo porque «es un chiste ridículamente alto que hay que rebajar». Fotografía tomada de internet.

En un país con tan alto nivel de desinformación como Colombia es comprensible que para el gran público tenga poca divulgación e importancia una noticia como la negativa a la moción de censura contra el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. Lógicamente hay muchas causas para ello, pero una de las más importantes es que no ha habido prácticamente ninguna pedagogía sobre esta figura constitucional. Trataremos de explicar brevemente en qué consiste, para concluir con un comentario sobre por qué, esta vez, tampoco se aplicó, a pesar de que era válido y conveniente.

Diferencias entre gobierno presidencial, gobierno parlamentario y de asamblea

Las formas clásicas de gobierno son tres: presidencial, parlamentario y de asamblea.

En el gobierno presidencial una misma persona ejerce como jefe del estado y jefe del gobierno. Es elegido por el pueblo y no necesita mayoría en el legislativo, ya que ambas ramas del poder se constituyen por aparte y ninguna a partir de la otra. Por eso se dice que es un sistema de separación de poderes. Es la forma que rige en Estados Unidos y en casi todos los países de América.

En el sistema parlamentario el ejecutivo es dual. Uno es el jefe de estado (presidente o en el caso de las monarquías parlamentarias rey o reina) que representa la continuidad del Estado y la unidad de la nación, en tanto el otro es jefe de gobierno y representa la coyuntura política del momento. A este se le llama primer ministro. Como es un sistema de colaboración de poderes, el jefe de gobierno es el líder del partido o partidos que logran la mayoría en el legislativo; es decir, una rama del poder se forma a partir de la otra. El ejecutivo tiene que mantener la mayoría en el Parlamento; si la pierde cae el gobierno, pero a la vez puede disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones.

En el llamado régimen de asamblea el ejecutivo es un mero delegado del legislativo. Hay concentración de poder en el Parlamento o Asamblea, pues dirige la política y legisla. El Parlamento nombra un comité encargado de ejecutar sus decisiones. Este órgano es enteramente dependiente de la Asamblea. Por eso se habla de confusión de poderes. El sistema suizo es un ejemplo de este tipo de gobierno. Así mismo Cuba y China, en las que el gobierno sale directamente de una asamblea o  parlamento popular unicameral, que es definido como la instancia máxima del poder.

La moción de censura

Es una figura típica del régimen parlamentario. Si el Parlamento censura o expresa su desconfianza hacia el gobierno, es decir, si el partido o coalición gobernante pierde la mayoría en el legislativo, debe renunciar.

Nuestro sistema siempre había sido rigurosamente presidencialista, pero en la Asamblea Constituyente de 1991 se estableció la moción de censura (artículo 135 numeral 9 de la Constitución). Con base en ella cualquiera de las dos cámaras del legislativo puede aprobar, por mayoría absoluta, esto es, la mitad más uno de sus integrantes, la censura contra un ministro, jefe de departamento administrativo o superintendente por “asuntos relacionados con las funciones del cargo”. Si la censura prospera, el alto funcionario debe renunciar.

Como se observa, la censura no es hacia todo el gobierno sino solamente hacia uno de sus integrantes. Por eso decimos que se le introdujo a nuestra tradición presidencialista una gota de parlamentarismo.

Sin embargo, esta gotita nunca ha funcionado, a pesar de haberse intentado en varias ocasiones y que en dichas veces era más que procedente. Son muchas las causas para que esta figura no se haya aplicado hasta ahora, pero es claro que una de ellas es la llamada “mermelada” que es un modo eufemístico de referirnos al soborno que hace el gobierno a los congresistas. A este respecto confieso una duda: no se si los compran o se venden.

En el caso del ministro Alberto Carrasquilla, lo menos que el pueblo o cualquier persona medianamente inquieta por el acontecer político esperaría, es que se hubiera tramitado seriamente y que si bien podía no ser aprobada, que se hubiera dado un debate con altura intelectual, política y ética. Pero no, como siempre se impuso la aplanadoras de los partidos de gobierno (CD, Conservador, Colombia Justa Libres, Mira y Partido de la U) y de los supuestos independientes (Cambio Radical y Partido Liberal).

El espectáculo fue lamentable: en el Senado inicialmente la mesa directiva se  negó a darle trámite argumentando que los hechos ocurrieron años atrás en un desempeño anterior como ministro y no están relacionados con su ejercicio actual. Ante ello el principal promotor de la iniciativa, el senador Jorge Robledo, apeló ante la plenaria, teniendo como resultado la confirmación de lo decidido por el flamante Ernesto Macías y compañía.

Pasó pues en la Cámara Alta con más pena que gloria tan importante propuesta de control político más que pertinente y justa. Y es que el debate sobre el nefasto papel de Carrasquilla en los famosos bonos agua con intereses y condiciones leoninas que llevaron a la quiebra a muchos municipios era viable. No puede despacharse con el argumento leguleyo de que fue durante su anterior ministerio porque eso sería válido si ya no fuera ministro. Pero como volvió a serlo, cabe perfectamente. Tampoco es razón el hecho de que no existan investigaciones penales o disciplinarias por estos hechos ya que son situaciones distintas. Acá se habla de responsabilidad política, de uso de información privilegiada y  de la indelicadeza de beneficiarse como particular de un programa que promovió cuando era gobernante. Basta con que una cámara decida censurar al funcionario por “asuntos relacionados relacionados con las funciones del cargo” y debe salir de él.

Pero algunos otros promotores de la censura lo intentaron por la Cámara de Representantes y surgió la esperanza de que al menos allí se diera una discusión de fondo sobre todo lo relacionado con el papel de Carrasquilla en el caso de los bonos agua (sobre los cuales Tola y Maruja echaron a rodar el chisme de que el hombre aprovechó la visita presidencial al Papa Francisco para que le bendijera una botella llena de H20 para iniciar ahora un nuevo programa de “bonos de agua bendita”), el sedicente debate solo duró unos minutos. En ese breve lapso no se dio espacio a la oposición y los defensores del ministro se limitaron a repetir que era una persona muy preparada y que no había nada ilegal en su actuación.

Tanto o más grave es el hecho de que días antes de la sesión, el candidato a censurado se reunió con las diferentes bancadas, incluyendo a los autodenominados independientes frente al gobierno, los liberales, a cuyo jefe le acaban de nombrar como embajadora en Egipto a su cónyuge. No hay que elucubrar mucho para suponer que hubo jugosos ofrecimientos a los congresistas para que no votaran a favor de la censura.

En fin, decir que el espectáculo fue bochornoso o lamentable es poco. Si queda algo bueno de todo esto es que ayudó mínimamente a dar a conocer la moción de censura y evidenció que no solo el ministro merecía ser censurado. También quienes abortaron el debate y silenciaron la discusión deben ser censurados por la ciudadanía.

El museo de la Fiscalía

Resultado de imagen para fotos del fiscal néstor humberto martínez

Fuente: internet, la piragua.co

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Recientemente la Fiscalía inauguró un museo en el que se hace “un recorrido por los grandes golpes» que le ha dado a la criminalidad esta institución. Se muestran, entre otros elementos, la maleta de Guillermo Palomari quien fue contador de los Rodríguez Orejuela, capos indiscutibles del cartel de Cali. También se pueden apreciar evidencias de los sobornos del famoso Proceso 8000, el camuflado que llevaba puesto el Mono Jojoy al momento de su muerte, así como objetos que revelan las extravagancias de mafiosos capturados.

Cada entidad tiene derecho a mostrar sus resultados ante el país, así como a dejar recuerdos tangibles de su actuar. Sin embargo, me temo que es mucho más lo que oculta que lo revela el ente acusador en su flamante colección. Por tal razón, con el más sano interés de contribuir a la memoria histórica creo que también deberían exhibirse por lo menos parte de los goles que la delincuencia le ha metido a la fiscalía y de los grandes errores o faltas de los propios orientadores o miembros de esa entidad. Por eso sugiero algunos objetos o recordatorios que podrían engrosar esta interesante muestra. Aquí van:

– la carta en la que “el viejito de la pipa” (De Greiff, primer fiscal general) exoneraba al narcotraficante y sicario La Quica de cualquier relación con el atentado al avión de Avianca que explotó en pleno vuelo en 1989;

– los zapatos de plataforma con los que el fiscal Alfonso Valdivieso  (“Chico Chaparro”) pretendió dar el salto de la Fiscalía a la Presidencia de la República;

-la foto de perfil de un supuesto Sigifredo López, diputado del Valle sindicado injustamente de complicidad en el secuestro de sus compañeros. Como anexo reconstrucciones en tamaño natural de su nariz y la de su némesis Marta Lucía Zamora, fiscal a cargo del más famoso falso positivo judicial que tuvo a López detenido sin que nadie haya respondido por ello;

-las telarañas del expediente contra Palacino por el desfalco a Saludcoop durante todo el tiempo que durmió el sueño de los justos (?) en el período de Eduardo Montealegre;

– los algoritmos de Natalia Springer Von Scharwzenberg, alias Natalia Lizarazo, que revolucionarían las investigaciones sobre los crímenes de guerra y de lesa humanidad(es la única parte de la exhibición que tiene costo de ingreso: aporte voluntario del público hasta completar $ 5 mil millones de pesos, para recuperar el pago que se hizo a la contratista);

-los libros sobre corrupción en la justicia escritos por el ilustre y corruptísimo fiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno;

– un busto de Leonidas ídem, fundador del cartel de la toga, “palanca” y padre putativo del detenido fiscal anticorrupción para su nombramiento;

–la vaca que hizo Macaco para aceitar la elección de fiscal general en 2005;

– la tabla ouija del brujo Armando Martí para orientar las decisiones del fiscal Iguarán;

-el salón de impedimentos no declarados de Néstor Humberto Martínez por su papel como asesor de Navelena-LuisCarlos Sarmiento Angulo en los contratos con Odebrecht;

– la gran sala de exhibición de la dosis personal de ego, megalomanía y protagonismo del actual fiscal y posible candidato presidencial en 2022;

-los palos de ciego de la Fiscalía en el montaje a Jesús Santrich;

-los palos en la rueda que le viene poniendo a la Jurisdicción Especial para la Paz-JEP-;

– copia auténtica de la Directiva 029 de 2005 del Ministerio de Defensa, manchada de sangre tipo falso positivo, que se le incautó al general Mario Montoya Uribe cuando acudía a entrevistarse con el Grancolombiano o Presidente Eterno para recibir instrucciones sobre cómo eludir la justicia;

– la renuncia de María Lorena Gutiérrez a su cargo de secretaria general de la Presidencia después del “proceso de selección” en el que se escogió la terna de uno de Martínez;

-túnel acústico en que se escucha el eco de los millones de decibeles del estruendoso silencio de Iván Duque Márquez (y de la propia Fiscalía) sobre el papel de acompañante de aquél al lado de Óscar Iván Zuluaga para entrevista con Odebrecht en Brasil de la que regresaron, sin Duda (Mendonza) alguna, con “oxígeno” para la campaña presidencial de 2014;

-primeros capítulos del libro inédito de Néstor Humberto Martínez “Con AVAL sí hay paraíso (fiscal)”, con prólogo de Gonzalo Guillén y patrocinio de Luis Carlos Sarmiento Angulo, Amanda Advisors y Rosas y Rosas. Proyección anticipada del lanzamiento simultáneo en Bogotá, Madrid, Panamá e Islas  Caimán.

-el prontuario de Ana María Flórez, directora de fiscalías de Norte de Santander, prófuga de la justicia por asesinato de su esposo y vínculos con el paramilitarismo;

-un clon de Luis Camilo Osorio made in El Ubérrimo.

– galería fotográfica de los fiscales y funcionarios condenados por la justicia colombiana, con pabellón especial de los extraditados;

-el acta de sometimiento de la fiscalía ante el Departamento de Justicia de los Estados Unidos.

La lista no es exhaustiva. Queda abierta a más aportes.

El zarpazo de Abushihab: coletazo del cartel de la toga y torpedo a la paz

Después de que el año pasado, sorprendentemente pasó de agache en el escándalo de Luis Gustavo Moreno,el fiscal anticorrupción detenido y extraditado por corrpución, el nombre del abogado Majer Nayi Abushihab vuelve a sonar y no propiamente para bien. Ahora se sabe que este asesor de cabecera del fiscal general, actuando como Fiscal delegado ante el Tribunal Superior de Bogotá, es el autor de la más baja puñalada propinada a la JEP en una larga cadena dirigida a deslegitimarla. A tanto llegó la osadía de este funcionario que no solamente realizó una inspección a la Secretaría de esa jurisdicción sino que pretendió allí mismo efectuar entrevista a una de las magistradas. Luego cerró con broche de oro llevándose ilegalmente copia de uno de los expedientes más delicados que se tramitan en los tribunales especiales para la paz.

Su jefe, el Fiscal General Néstor Humberto Martínez, ante el justo reclamo de la presidente de la JEP por esta vulneración a la autonomía e independencia de esa magistratura, usó el jabón Pilatos y desautorizó la actuación de su delegado, manifestando que esa instancia merecía todo su respeto y agregando que cuando supo de la exigencia de copias procedió a exigir que se revocara esa decisión por parecerle “invasiva”.

Qué bueno sería creer en las palabras del señor Fiscal pero todos los antecedentes de sus actuaciones frente a la justicia transicional y ante el proceso mismo de paz nos hacen ser por lo menos escépticos frente a esta posición, que, en el mejor de los casos nos llevan a tomar su proclamado “respeto” y su calificación de “invasión” como lágrimas de cocodrilo. Por lo demás es difícil asumir que el fiscal a cargo de la actuación haya actuado como rueda suelta, sin comunicar a su jefe una decisión tan trascendental que se sabe produciría gran impacto en el sistema judicial y en la opinión pública.

Si quiere ser serio en su postura frente a este atropello no basta con una teatral desautorización. La cabeza del ente investigador, así sea para recuperar un poco de credibilidad, debe retirar de la entidad al fiscal “invasor”. Así, aunque ya nunca desaparecerán las dudas sobre los compromisos que lo llevaron a nombrar al famoso fiscal anticorrupción involucrado hasta la médula con el llamado cartel de la toga, al menos se suavizará el impacto que sobre la imagen y legitimidad de la entidad han causado estos episodios. Y es que no sobra recordar que el mencionado Abushihab fue socio de Luis Gustavo Moreno y compartió con éste varios casos cuando fueron abogados litigantes, entre ellos el de Carolina Rico, procesada por anrcotráfico que luego resultó casándose con su defensor. Ante ello, el jurista renunció a mediados de 2017 a su cargo de asesor del despacho del Fiscal General y sin embargo esta dimisión no le fue aceptada por Néstor Humberto.

El resultado de esta lenidad y tolerancia están a la vista con este nuevo exabrupto. Si queda algo de decoro en los protagonistas de esta comedia de equivocaciones, están en mora de conjugar el verbo renunciar. De no ser así, quedará  aún mpas claro que son intereses muy distintos a los de la justica y el interés general los que los llevaron y los mantienen en tan altas dignidades.

Jani, la niña agua

Jani es una niña wayuu con quien acostumbro conversar en las noches.

Imaginamos que nuestra mirada tiene poderes: hechiza la realidad y neutraliza los peligros que acechan, enfría la temperatura cuando tenemos mucho calor y baja lucecitas del firmamento para alumbrar y transportarnos rápidamente sin espinarnos por entre los cardones y sin desperatar a los chivos.

Los profundos y veloces ojos negros de Jani logran atrapar con mucha precisión luceros escondidos tras los botaderos de carbón; también las voces milenarias que al parecer enmudecieron después de la última temporada de máquinas que impidió a muchas niñas de su pueblo ir por el hilo mágico del agua. Supimos un día por casualidad que éste está hecho de hojas de sábila y arenitas que se enrollan muy fino hasta que casi no se ven y que hay que concentrarse con una mirada aguda y de buen ojo para poder verlo; quien lo logra es capaz de ir tras él y se topa con el manantial en el que nace toda el agua de la Guajira.

Jani siempre logra muy buena concentración, dice que lo ha aprendido mirando fijamente los bordes de las nubes en invierno. Ella no se distrae con el ruido de la maquinaria como yo y así ha podido llegar hasta el mundo agua. Me ha dicho que allá la tierra es un jaguar agua y en cada uno de los puntitos de su lomo habitan seres que no tienen pies sino ríos y arroyos y que cuando corren van formando lagos y lagunas a las que llegan las niñas agua a jugar … juegan porque allí jugar es la forma en que se existe…respirar es un juego, hablar, comer y correr también.

Jani dice que cuando el jaguar se sacude suelta agua por todas partes y al dar saltos gigantes por entre otros mundos que hay más allá del desierto se van formando árboles, montañas, edificios y personas de agua… las niñas de esos mundos se alertan por el sonido y se acercan para fundirse en el agua…Ellas muy pronto aprenden a jugar. Juegan a existir…. entienden que respirar, caminar y comer es jugar

Llevo varios días observando fijamente los bordes de las nubes porque esta noche, Jani me enseñará a concentrarme bien para poder ver el hilo mágico que lleva al mundo agua. Dice que así podremos descubrir y hechizar la realidad y los peligros que en ella se esconden….

El anterior texto fue escrito por la defensora de derechos humanos y ambientales Dora Lucy Arias. En él conjuga historias y diálogos tejidos con las niñas indígenas del sur de la Guajira.

La momia de AUV

Uno de los programas, si así puede llamársele, de la autodenominada política de «seguridad democrática» de un expresidente de cuyo nombre no quiero acordarme fue el de las detenciones masivas de ciudadanos en zonas de presencia guerrillera. Sobre esta modalidad vulneratoria de los derechos humanos escribió una sentida nota la defensora Dora Lucy Arias. Por el valor histórico y literario de este testimonio lo transcribimos en su totalidad. En su parte final está el enlace que muestra las momias de San Bernardo. También recomiendo escuchar en you tube la canción «El día que Quipile lloró», de Berenice Cabra, melodía en la que se muestra la huella que dejó en la comunidad la injusta detención de cientos de habitantes de ese pueblo de Cundinamarca que luego de seis meses de privación de la libertad debieron ser liberados por la sencilla razón de que no había prueba alguna de su culpabilidad y por la ilegalidad misma de los procedimientos. Ante ello la justicia ordenó el pago de millonarias indemnizaciones. Según la Constitución, cuando el estado produce un daño antijurídico, se debe repetir, es decir, buscar el pago por parte de los funcionarios responsables, de la indemnización que tuvo que sufragar el fisco.

¿Cuándo se hará reconocer a Álvaro Uribe Vélez este y otros pagos que todos los colombianos tuvimos que sufragar por sus acciones violatorias de loos derechos de muchos ciudadanos?

 

En la cárcel de tu piel..

Una de las más duras experiencias de abusos de la fuerza y de la ley que conocí personalmente ocurrió en la región del Sumapaz.

Entre los años 2004 – 2006, cuando uno de los focos de ataque de AUV al pensamiento y a la vida campesina se centró en ese territorio,  miles de personas cayeron en la poderosa red de persecución al «enemigo interno» tejida entre la fiscalía y el ejército.

En días de vacancia especialmente (31 de diciembre, viernes santo, días de elecciones) era necesario agarrar un bus a media noche para ir a defender gente del lugar atrapada en lo que se conoció luego como detenciones masivas o montajes judiciales.

Sí, 200, 300, 80, eran las cifras de personas encarceladas en cada operativo. Incluso en Arauca cerca de dos mil hombres y mujeres fueron encerrados en un estadio, luego marcados con un sello en su antebrazo para seguir de allí a los centros de reclusión o de reducción y neutralización del pensamiento.

Uno de los dispositivos más eficaces de toda esta maquinaria de control territorial fue el sistema de «informantes» creado y alimentado por AUV y el fiscal de la época Luis Camilo Osorio. Los informantes generalmente eran personas capturadas también y a las que convencían, a cambio de ciertos beneficios, de señalar como rebeldes a paisanos suyos.

Uno de los «informantes» que recuerdo con mayor nitidez era de San Bernardo. Un hombre que hizo encarcelar a cientos de sumapaceños.  Estuvimos ambos en muchas diligencias judiciales pues dentro de mi rol estaba interrogarle caso por caso para contrastar sus dichos.

En una de esas ocasiones quedamos solos mientras el funcionario imprimía el documento. No había mucho más de que hablar luego del interrogatorio cuyas respuestas prefabricadas por militares y funcionarios de la fiscalía   eran parte de un formato repetitivo.  Observé al hombre por unos segundos, tiempo que seguro él -como yo- sintió que fueron horas.
Pensé  en las momias de San Bernardo y la estética manera en que la naturaleza se encargaría de lidiar con sujetos como aquél momificándolos. Así miles de años después  a su cuerpo también atrapado en jirones  de piel, músculos y huesos le sería negado el consuelo de ser polvo.

El informante de San Bernardo, a lo mejor intuyendo esa su tragedia murmuró una explicación «hay quienes no pudimos resistir. La presión ha sido muy grande»

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El falso positivo de amor y amistad

Dentro de las celebraciones que ha impuesto el comercio, después del día de la madre y el del padre, tal vez la más popular es el dia del amor y la amistad en el mes de septiembre de cada año. En este 2018 tal evento me rememora los hechos del 16 y 17 de septiembre de 2006 en los que perdió la vida Helvir Antonio Torres y se salvó su primo Fredy Torres, quien se escapó milagrosamente de la persecusión de miembros del ejército en uno de los episodios conocidos como «falsos positivos». Esta situación se relata en mi libro «Jaguar y el falso positivo», presentado hace pocos meses en la Librería Lerner.

A continuación se transcribe el primer capítulo con el que comienza el drama.

 Pablito clavó un clavito

La tarde cae suavemente desde las colinas que rodean al pequeño pueblo. De repente el cielo se cubre de nubes plomizas y un viento húmedo recorre las calles, deja desierta la plaza y obliga a los pocos transeúntes a refugiarse en casas y bares. En la pequeña tienda de doña Aydé, situada en una de las calles que enmarcan la plaza central, Helvir Antonio, lugareño que bordea los veinticinco años, dedicado a oficios varios en la plaza de mercado, se sorprende de que todavía, a nueve de septiembre, los vientos de agosto se hagan sentir con tanta fuerza, y de que los días, que solían ser tibios y soleados en esta época, ahora sean fríos y oscuros.

Sumido en sus pensamientos, surge de pronto su padre, Suetonio, le asalta una leve inquietud: si aquí hay este clima, cómo estará en el páramo, donde su viejo cultiva papas. Se lo imagina resguardado del temporal junto al fogón, en una espera que se deshará en el sueño y de la que volverá a acordarse al despertar.

Una bandada de pájaros negros que pasa graznando a lo lejos reproduce un cuadro sombrío en su mente y no puede dejar de pensar en Francy Estela: se ha incubado un presentimiento que aminora la esperanza de reconciliación. Lleva una semana disgustado con ella, apenas viendo a los niños al salir de la escuela. La situación lo tiene desesperado, pero confía que el mes del amor y la amistad le sea propicio para arreglar el problema. No dura mucho la nube de aves y su optimismo vuelve conforme el cielo se despeja: «Bueno, todavía falta una semana, ya veremos qué pasa en este tiempo. De todos modos voy a ahorrar para un buen regalo el dieciséis. Ojalá sea el momento de olvidar los problemas y que volvamos a estar en familia».

Una palmada en la espalda y «¡Quihubo arracacho!» interrumpen el monólogo interior. Al voltearse reconoce a un amigo al que no veía hacía mucho tiempo. «Uy, Wilson, casi me mata del sopetón. Qué milagro verlo por aquí, casi no lo reconozco así con ese peinado, ¿se volvió soldado o qué?, ¿y qué son esas ojeras tan tenaces? Yo pensé que se había olvidado del pueblo y de los amigos.» El recién llegado le propone se acomoden en una mesa donde puedan hablar más tranquilos. Allí le dice que ahora debe llamarlo Pablito, por motivos que no puede revelar por el momento, pero que la amistad sigue siendo la misma y que antes de hablar de otras cosas se tomen unas cervezas para celebrar el encuentro, y para que se anime por ahí derecho, que lo ve como muy triste, y que por plata no se preocupe porque él invita y si está falto de efectivo hasta puede hacerle un pequeño préstamo.

Lo del préstamo queda en el aire con la súbita aparición del primo Fredy, conocido como Pinocho, a quien convidan a la mesa. Este se acomoda y la conversación se reanuda. Poco después llegan dos hombres, jóvenes también que si acaso llegan a los treinta, recibidos efusivamente por Pablito. Uno de ellos, de marcado acento paisa, se presenta como José, y el otro, de hablado costeño, como Fercho. Ambos se muestran amplios desde el principio, hasta el punto de reiterar que nadie debía preocuparse por gastos, que ellos invitan, y si se acaba el trago en el pueblo, “pues seguimos la rumba en Fusagasugá”. La simpatía de los foráneos, la familiaridad con la que los trata el amigo de nuevo nombre y la animación propia de unas cervezas a ritmo de sed hacen surgir un clima de confianza entre los cinco en el que no suenan extrañas imprevistas inserciones, como una de José, digamos El Paisa, referente a levantar un viejo de plata que tienen detectado para sacarle «un billete largo». Los primos, criados como hermanos desde niños y que a raíz del problema de Helvir con su esposa están compartiendo habitación, parecen entenderse en silencio y no dicen ni sí ni no a la propuesta y eluden el tema, pasando a hablar de cosas para las que tengan que inclinar menos sus cabezas. Al rato, El Paisa retoma el punto acotando que todo está listo; El Costeño dice tranquilos, no tienen que responder ahora, después se verá, que “cuando es a tomá, es a tomá”, que hay que disfrutar el momento y que otro día hablan de negocios.

—Mejor vámonos —dice Fredy— se ha hecho tarde y el trago ya nos está venciendo.

Fredy ha dado las gracias mientras saca a su primo del brazo y se retiran del lugar.

—No sé qué pensar, hermano. Yo no le tengo mucha confianza a ese man. Lo vengo viendo desde hace un mes y se me hace muy raro que ahora aparezca con esos dos, que de una nos salen con esa vaina tan rara —le dice con preocupación a Helvir cuando están ingresando en la vivienda.

—No, llave, yo al hombre lo conozco, es el sobrino de doña María Pastora, la que vive en las afueras, junto al puente. Eso es pura farolería del man, como siempre fue muy pobre ahora quiere es aparentar. Yo creo que él les maneja el billete a esos dos, de ellos sí no puedo decir nada porque apenas los vi hoy.

—Por eso hermano, si fuera él solo, hasta me lo tragaba, pero es que ese paisa y ese costeño, ¿cómo es que nos van saliendo con el cuento ese del señor?

—Usté siempre tan desconfiao. Yo creo que los manes estaban cañando y ni me tomo muy en serio la cosa. Si los volvemos a ver les seguimos la corriente, nos los gorriamos y no nos comprometemos en nada. A mí tampoco me gustan los asuntos que nos traigan problemas con la ley, pero al menos hasta el día de amor y amistad me viene bien tener quién me pague la tomada. Además estando con usted me siento protegido. No le pongamos tanta pirinola al asunto.

—Primo, no es que yo me complique sino que me gusta analizar, uno no sabe con qué le pueden salir. ¿Vio que yo les pedí los números de teléfono a los tipos? —Helvir asiente con la cabeza— Ah, era para ver qué tan confiables eran. Aquí los tengo registrados en el celular por si acaso. Ya veremos la próxima vez qué pasa.

Audacias mayores de cien años

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Imagen tomada de https://www.youtube.com/watch?v=M1ss-8t7wM8

Por estos días de consulta anticorrupción de este agosto de 2018 se revelaron datos recogidos por la Administradora de los los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud – (Adres), según los cuales hay en el país 16.703 afiliados al sistema de salud que aparentemente tienen más de 100 años, según la fecha de nacimiento que registraron. Por rangos de edad, el 93 por ciento de estos usuarios se ubicarían entre 100 y 110 años, el 6 por ciento entre 111 y 120, y el 1 por ciento en más de 121 años.  De ese total de los centenarios encontrados en el sistema de salud, 15.026 están recibiendo el subsidio que brinda el Estado a través de su afiliación al Régimen Subsidiado de Salud. Por distribución geográfica, el 62 por ciento de los registros del régimen subsidiado se concentran en los departamentos de la región caribe, especialmente en Córdoba y Sucre.

Ya de por sí estas cifras resultan bastante sospechosas porque a pesar de la perennidad de personajes como Roberto Gerlein el del sueño eterno en el Senado, Olga Duque de Ospina con sus clásicas frijoladas con el jet set nacional y José Galat, un superdinosaurio que en sus ratos libres se alquilaba para hacer reemplazos en Bodies, la exposición de muertos plastificados,  entendíamos que Colombia no estaba dentro del listado de países con más longevos en el mundo. Además si verificamos que España, que cuenta con mayor población que nosotros y un mayor nivel de longevidad y que de acuerdo con datos de la OMS, tiene cerca de 17000 centenarios, no parece muy creible la cifra con la que se inicia esta nota. A su vez Cuba,  con mejores servicios de salud y una mayor expectativa de vida que nosotros, registra aproximadamente 2000 centenarios, nuestro país, de acuerdo  a la población total (más o menos cuatro veces más que la de la isla caribeña), de tener la misma proporción de superveteranos (lo que asuminos como hipótesis), tendría más o menos 8000 personas de edad superior a los cien calendarios.

Pero la suspicacia se incrementa al advertir que según los registros oficiales únicamente una cuarta parte de los 16.703 centenarios reporta haber recibido por lo menos un servicio de salud en el 2016. Resulta pues que no solamente tenemos una buena cantidad de supercuchos sino que son más saludables que los sardinos ya  que solamente un 25%, los más enfermitos, van al galeno y eso una vez cada año. Reconozco que al llegar a ese punto me entró algo de envidia, enfermedad de la cual según el famoso ciclista Cochise Rodríguez, muere en Colombia más gente que de cáncer. Por que si a mi edad, que todavía dista algunas décadas del siglo, tengo que ir a controles médicos por los menos cuatro veces al año, cómo va a ser posible que las tres cuartas partes de las supuestas 16 mil y pico de anticuallas se la pasen tranquilos tomando chocolatico en casa y no tengan que ir ni siquiera una sola vez en el año a tales citas.  Algo anda mal y no creo que se trate de simples fallas estadísticas al comprobar que de todos modos por este porcentaje que no aparece en los registros de atendidos médicamente de todos modos se reconoce a las EPS  la llamada Unidad de Pago por Capitación.

Estaríamos pues como en una mala película de terror ante una temible y numerosa legión de viejitos fantasmas que sólo existen en el papel para así robarse los pagos correspondientes un nuevo grupo dedicado a esquilmar el erario.

Lo que faltaba: no es suficiente con el cartel de la hemofilia, el de los pañales, el de los cupos educativos, del papel higiénico, el de la alimentación escolar, etc. Ya se ha presentado en sociedad,  con ropas anticuadas y lenguaje arcaico  el cartel de las arrugas. Un efecto colateral muy grave de este nuevo engaño es que ya ni siquiera se puede confiar en el “Plan Canitas”.

En la década del 30 de la centuria pasada, a raíz del ingreso del entonces joven Darío Echandía y otros coetáneos suyos a altos cargos en el  gobierno de la Revolución en Marcha se habló de las “audacias menores de 40 años”. Ahora los pillos dan otra muestra de su ingenio con esta enorme cantidad de audacias mayores de cien años.

Esperamos que la justicia desmantele la banda que maneja este fraude y descubra el secreto de los millones de eones que se esconde detrás de esta organización. Por lo pronto, además de sugerir que se interrogue a los ya nombrados Gerlein, Galat, Olga Duque y Belisario Betancur, entre otros, doy varias pistas que pueden orientar las investigaciones: el clan criminal no es de creación reciente sino bastante antigua, celebró a comienzos de año su viégesimo aniversario en un exclusivo ancianato del norte de Bogotá, en sesión a la que asistió como invitado de honor un delegado del club de expresidentes en su condición de «muebles viejos de la República». Se comenta incluso que el cerebro de esa mafia añeja sería un tenebroso y experimentadísimo sujeto conocido en los  viejos fondos con el alias de “Matusalén”, que tendría conexiones con el recientemente depuesto gobernante de Zimbabwue y con el “nuevo” presidente de Malasia.

Un conocido refrán dice que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Estamos en mora de poner coto a este que por definición lleva siglos, lo que solamente puede ser posible cambiando de raíz a la vetusta clase dominante que con sus gobiernos corruptos convirtió la salud en un negocio a favor de las EPS que a la vez facilita toda clase de fraudes y ha hundido a Colombia en la ignominia y la injusticia social.